Sunday, January 21, 2007

JUAN MANUEL ROCA (COLOMBIA)


Juan Manuel Roca nace en Medellín, Colombia, en 1946. Poeta, cuentista, ensayista y periodista. Libros publicados: Memoria del agua (1973), Luna de ciegos (1975), Los ladrones nocturnos (1977), Señal de cuervos (1979), Fabulario Real (1980), Antología poética (1983), País secreto (1987), Ciudadano de la noche (1989), Luna de ciegos (Antología, 1990), Pavana con el diablo (1990), Prosa reunida (1993), La farmacia del ángel (1995). Entre sus últimos libros se encuentran: Monólogos, 1994; La farmacia del ángel, 1995; Tertulia de ausentes, 1997, Las plagas secretas y otros cuentos, 2001. Durante los últimos cinco años ha sido jurado del Premio Juan Rulfo de cuentos, Casa de las Américas (poesía), José Martí (periodismo) y Universidad de Antioquia (poesía). Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, rumano, ruso, japonés y portugués, entre otros. Estuvo en Nicaragua en 1988 colaborando en la elaboración del libro La paciente impaciencia, de Tomás Borge. Actualmente dirige la publicación La sangrada escritura. (Chrisnel Sánchez Argüello)



Los 5 entierros de Pessoa
Pocas veces ocurre
que al morir un poeta
Sean necesarios 5 ataúdes.
Como pocas veces ocurre
Que un poeta sea morada
Para que vivan en él,
Para que trabajen a sus anchas
Y duerman cuando quieran,
Sin pagar renta,
Sin amenzas del casero,
Otros 4 poetas.
Al entierro de Pessoa
Fueron con sigilo,
Así como vivieron.
Nunca le objetaron
La estrechez de su vivienda,
Ese raro vivir gabán adentro.
¿Pero no querrían más espacio
Ahora, en la rigidez de las formas?
No se vio a Pessoa en tertulia
Con sus 4 fantasmas cardinales.
No se le vio en grupo
Caminando hacia la tabaquería,
Compartiendo viudeces.
Pessoa y sus compinches.
Y esa forma
De no dejarse ver en los espejos.





La rebelión de los músicos
Para Teresa Gómez

Cuando los músicos se rebelan y
cesan, es triste ver un paisaje de
herrumbrosos trombones. País sin
música es rey sin vestido, hueco,
calcáreo. Los músicos fraguan su
rebelión. Los fabricantes de
duchas intentan agregarle a su
lluvia casera una tonada. Y los
alarifes. Al colocar los ladrillos de
una casa pierden su ritmo, y una
casa sin ritmo puede caerse al
primer temblor.

Se hace más hondo el silencio
que exploran los muertos. Los
directores de orquesta son
sombras de gestos apagados. La
noche es menos noche: violín sin
cuerdas, jazz de ausentes, vals
de adioses.
Los músicos rasgan sus
partituras mientras claman:
–¿Quieren cantantas en sus velorios,
pavanas de difuntos, sonatas en
medio de sus mil y una guerras?
Cuando los músicos decretan
su rebelión se ven en la noche
trincheras de vientos,
empalizadas de pianos,
destrozadas violas
y rotos tambores. Entramos
a un período barroco
del silencio, a un abigarrado
callar.





Monólogo de la abadesa

Sólo temo vivir en un vacío de Dios.
Arropado en negros andrajos
Se aparece el enemigo. A veces
Viste de fraile mi acechante demonio
Y Dios me consuela con hablas interiores.
El habla de Dios es una espada mística:
Entrambos edificamos el silencio.
¿Mi nombre? Sor Francisca Josefa de Castillo.
¿Mi ciudad? Tunja, villorio suspendido
En el aire del siglo XVII,
Un puñado de casas tiradas en lo verde
Como cantos rodados de la cima de Dios.
Fui monja, portera del convento
Y ahora soy Abadesa
Que sólo teme vivir en un vacío de Dios.
Vuelan lentas sobre mí unas nubes de plomo
Pero veo todo el cielo en un clavel.
En mi celda pende un espejo de lágrimas
Aunque el habla de mi amante
Destile miel entre rosas y lirios.
Rueda de navajas, peines ardiendo son mis días.
Mucho tiempo ha estado mi alma en destierro
Traspasada por tempestades de saetas.
Mi temor es como el pájaro
Que queriendo apagar su nido en llamas
Bate sobre él las alas que avivan el fuego.
Mi temor es vivir en la amnesia de Dios.






Saga de la princesa ciega

La princesa ciega
Rodea su tristeza de juegos no menos
Tristes. Un ajedrez de marfil,
Un rey, una reina, torres y caballos
De un reino invisible.
La princesa ciega
Evita tropezar con sus poderes,
Camina en pie de sombra,
En un telón vacío.
Tenerlo todo y no tener nada
Es un viejo ardid de los dioses
Que entregan hilo y laberinto,
Falsos oráculos y oscuras profecías.
La princesa ciega
Envuelve su tristeza en negro raso.
Goza el mayor privilegio de la corte:
Se ha despedido de objetos y paisajes,
Es niebla anticipada,
Un ser cuya luz viaja en la sombra.





Relación de los cronófagos

Me rondan los cronofágos, comedores de
tiempo que piden cuentas de mi ocio. Los
cronófagos asedian. Hay que poner cerrojo,
la vieja tranca, el corazón de hierro del
candado. Y aún así se descuelgan por el
patio de ropas queriendo robar un pedazo
de mi aurora.

Los cronófagos —ladrones de tiempo— me
prohiben el opio del poema, me llaman el
Pastor de Espejismos, el Lazarillo de Nadie.
Que el tiempo es oro, dicen, que mi becerro
es de lodo, y no por mi sordera dejan de
rondarme, de rondarme, exacerbados y
tristes, los cronófagos.

CHISTECITO

Sunday, January 07, 2007

TANGO DEL MES





Che papusa oí!
(Enrique Cadícamo - Gerardo Matos Rodríguez)


Muñeca, muñequita que hablás con zeta
y que con gracia posta batís mishé;
que con tus aspavientos de pandereta
sos la milonguerita de más chiqué;
trajeada de bacana, bailás con corte
y por raro snobismo tomás prissé,
y que en auto camba, de sur a norte,
paseás como una dama de gran cachet.

Che papusa, oí
los acordes melodiosos que modula el bandoneón;
Che papusa, oí
los latidos angustiosos de tu pobre corazón;
Che papusa, oí
cómo surgen de este tango los pasajes de tu ayer...
Si entre el lujo del ambiente
hoy te arrastra la corriente,
mañana te quiero ver...

Milonguerita linda, papusa y breva,
con ojos picarescos de pippermint,
de parla afranchutada, pinta maleva
y boca pecadora color carmín,
engrupen tus alhajas en la milonga
con regio faroleo brillanteril
y al bailar esos tangos de meta y ponga
volvés otario al vivo y al reo gil.


--------------------------------------------------------------------------------

Saturday, January 06, 2007

POEMA DE MARIANO GENTILE




















vela por siempre
el intento del rio
cunado en una vereda
dos viejas chusmeando
reconcilian el barrio, otros
sacan mesas y las calles se cortan,
vienen desde esquinas
los rostros que acompañaron
y cerca de la hora
nos tocamos en abrazos la sonrisa
ese pliegue del alma
quiero decir que
el sol nos volviò todos sus nombres
y en este final de vuelta
la espiral jala hacia arriba
quiero decir que la vida
se habre paso entre cadaveres
entre memorias y triunfos
solo de ella es este poema
y mis hermanos los hombres
construyen su nave.