Saturday, March 13, 2010

Claudia Elizabet Sastre


LA TIERRA SUSPENDIDA

I.
En las playas oscuras
mordiendo rocas y verdín
construí torres con huesos de delfines ;
luego me tendí al sol
para mirar al cielo
desde su tercera costilla.

Los dioses que bailan en la arena
no son los míos ,
ni los que vomitan fogonazos
y se ríen con las gaviotas
de mi sombra estirada.

He visto rodar las piedras
sangrar al pedernal
y encender un cielo de agua
los fuegos de San Telmo
fosforecer la noche
transida de cangrejos.

Pero no es mía esta tierra
ni los dioses que amasa
con su barro infinito.

Nada hay en las estrellas
que no veas acá.

Será mi tierra el día
de la medida de mi tumba.

Serán mis dioses cuando sepa
con que palabras invocar.

Entanto encrespa el viento
los espinazos plateados de los peces
y yo suelto al sol
mi ojo mágico y sagrado.

II -
Por no poder saltar estrellas
ni ser satélite
de eléctricos impulsos
no tengo mi nombre
ni cifrado en código binario
no existo fuera del color
del propio
cristal con que me miro
mi mundo
desde el interior de la botella .

Afuera sangra la línea de lejos
sus párpados , puro fuego
el mar pasado
crustáceos secos , cascarones
vértebras de sal , no llevo
papel alguno , soy
mi propio mensaje.

BAHÍA ENGAÑO

IX.
Me llama desde su fondo hondo
(yo estoy detenida en el borde)
A dos pasos de allí
una línea de espuma
y después la nada.
El horizonte es una inmensa boca
balbuceando su milenario oscuro.
Le respondo con mi voz
de serpiente de mar Aquella
que ya no se escucha Aquella
de los tiempos de viejos navegantes.
Allí termina el mundo.

Allí las luces de un barco
cuelgan del cielo
que es la mar y son lo mismo.
Me llama desde su hondo fondo
hacia su agua sin orillas
donde pálidas las voces de los ahogados
recitan su letanía con mis palabras
y desnudan sus pieles de ballenas.

X.
Soy la gloria de la noche
a esa hora
el sueño de mil caras
desvanecidas
la que está en el frío
y se acuesta
sobre tu deseo
sin vestiduras.
Mi sexo de arena
el casco de los barcos
piel de siámidos
bajo dedos ardidos
voz de caracola en espiral
crujiendo de concavidades.
Tal vez sea la fantasía
de los camarotes
o los ruidos de toneladas
de carne
amándose en el mar, tal vez ,
la luna de los espejos
es doble , bajo el agua.

XI.
A todos nos han mentido
es que el mar
no tiene corazón.
Solo se enamoran
de los ahogados
los cabellos de las algas
sonríen con una cadena
de quince adioses
los dientes de los cangrejos
y se huele la sangre del mar
en la espuma de iodo
que vuela hacia las tardes.

XII.
Quien tiene algo de mar
tiene algo que vuelve
luna tras luna
algo de llanto
de voz de medianoche
algo de rompiente y arena
de sus singulares caracoles
tiene algo de resaca y espuma
cuando no de barco
sin embargo navega
con sus dos pies por las orillas
como si supiera.


XIII.
Fueron , engañados ,
a varar en la bahía
las mariposas
y los peces voladores
suicidas del verano
a dormir en el sopor voraz
de la digestión de las tortugas.