LA TRAMPERA
Friday, October 21, 2011
"Atar es imposible"Paula Carman
Perfume de señora ausente
Yo soy su episodio más destacable
De pie
Genéticamente inaccesible
Mi padre
Obtiene la vejez
Según él, un incidente menor
...
Perfumadas Criaturas
“Wovon man nicht sprechen kann,
darüber muß man schweigen”
Tengo al universo en la punta de la flecha
Alguien desde el paisaje grita tregua
(yo le oigo flores blancas)
Mis soldados caminan en círculos el patio
Es de día. Todo huele a sombra
Perfumadas Criaturas II
Los sentimientos con los que me visto
No son míos
Se los robo a ese espacio que se crea
Entre los ojos de una madre y los de su hijo
Recién nacido
Alguien llena de sentimientos ese espacio
Para seducir
(o para convencernos de alguna otra cosa)
Veo pájaros atornillarse
A los campos de batalla
Monumentos a lo inmóvil
Torres piedra se deshacen
Obleas, en mi taza de porcelana
...
(no estoy)
No me esperé nunca una reacción así,
pero una tarde me tomé un avión
y maté a una azafata a golpes.
No podía frenar mi puño.
Desde mi cabeza yo sólo veía mi mano
darle y darle.
Yo simplemente miraba cómo mi mano
iba y venía sin parar.
Después llegaron las pastillas
y la musiquita
y el olor a encierro.
¡Había llegado a la cima revolucionaria!
Voy a matar a mis padres
a cuchillazos
ni bien me dejen salir
del “tranquila, tranquila…”
Y después voy a subir al transporte escolar.
Voy a salir a buscar el sol
con un paraguas
(jazmín negro de la tristeza)
como toda compañía.
Que no tenga que pensar
ni una sola vez
en que el miedo no está hecho
para asesinos como yo.
Yo puedo aplastar autos con mi pulgar
mientras cuento las historias más hermosas.
Alas que estallaron en pájaros
Pájaros que explotan en abejas
Pulso quebrado, madera y aguijón
Hay un viento abandonado que se mueve
Entre dos verbos y una palabra
Que contiene a los silencios
Voces puestas sobre imágenes
Que no saben decirlo
Y siempre hablando solos
Todas las palabras que no queremos escuchar
¿Estará el sentimiento tan alambrado
O será otra pose que busca destinatario?
Tanto sol ingresándole a mis seres imaginarios
Emocionalmente vacíos
Como libros cerrados con perfume a esquizofrenia
Pocos son los huesos que verán el sol
La vida o la tierra, algo siempre los tapa
¿Estarán ellos preparados para verlo?
Engaño al tiempo
Cerrando mis ojos bajo nubes sin memoria
Mi alma, mientras tanto
Se escurre en sueños ajenos
Mi realidad y tu ilusión son casi la misma cosa
Ya no quedan pájaros
Una aparición desacertada, cruel
Como una sola nube blanca
En una tarde de campo
Me lo recuerda
Planeo sobre el río
Voy siguiendo mi reflejo
Esperando ver llegar la madrugada
Que tampoco es nunca la misma
Caigo
Sobre ella y la desarmo
Los peces sabrán que hacer con los pedazos
También se desarman el bosque y las ciudades
Símbolos que escriben en mi nombre
Todo me llama hacia mi cama, que sigue tan vacía
Pero voy a venir y me voy a atrapar
Entre mis cinco dedos como a una mariposa
Y me voy a proteger de las lluvias en mi jaula
¿Quién ganará?
¿Quién dijo que yo soy más hermosa cuando vuelo?
Yo solo quisiera ponerme de pie
Tuesday, March 29, 2011
Catalina Boccardo
(De su proximo libro "El jardin Santo")
Aliento
(a kim ki duk)
cuando tu aliento
no humedezca el vidrio
la muerte mi amor
cada estación se habrá ido
cuando el tajo la sentencia
te haga callar
un bosque de sangre en la garganta
las estaciones se habrán ido
y quedará el invierno
última prisión
se habrán ido
las flores abiertas en verano
último dibujo del amante
y quedará
tu lengua enhiesta
invierno
una muerte mi amor
La captura
vecindad de sus latidos
subvierte
quita
mujer cabeza de animal
se desborda
y tu captura
del abrazo
una madre
no
la verduga esconde fina cuchilla
tu corazón señor sin dominios
sobre ningún cuerpo
Herrumbre
el buzo cuenta sus viajes de agua
cómo trocaba peces por ausencia
él dice perennidad
y se nota su costumbre de silencios
hasta me quiere coral inhallable
aunque sus ojos acaban
esmeralda en bodegas esquivas
fragmento de ningún barco
Bailarina
los machos miran
su desnudez
en el bronce de las lámparas
ondeante
gota de fuego
Monte
(relatos de mi madre)
1
animales serpentean aquel monte
2
la mujer lleva agua
ondulante cántaro
3
su corazón
bendiciones tierra y lluvia
4
hacia la madrugada
buscará cosechas
cualquier espina de algodón
es de temer
5
palmeras recortan soles
su mano una sombra
el tábano
muere en un salto
del fuego
todos los pequeños
corren riesgo
la inmensidad
6
ahí
sin descanso
orilla cada fruta
7
la guayaba
es sólo débil por fuera
luego te fagocita los labios
8
y bajo el mosquitero
séptimo
pequeño lobizón
su noche láctea
9
dos balas de plata
el vecino jala el gatillo
un gemido y
desmemoria
un gemido
10
trajinada la piel
como mis abuelas
11
peregrinaje
desde algún silencio
algodonar
12
tristeza
de mi madre
se nutre con sonidos antiguos
13
sus poemas
agrietan mis pies
desnudos
14
desnuda
15
sobre la vertiente
yacarés
su arena espermática
la tarde
caída
16
nace con ojos amarillos
17
dentro
una herida de víbora
se defiende
(a mis ancestros formoseños)
Thursday, March 17, 2011
Rogelio Ramos Signes
Monólogo interrumpido
Esto sucede en una habitación de mi cabeza
de cuyo trayecto no quiero acordarme
“El silencio es malo”
grita una mujer
que curiosamente pide silencio
cuando otros quieren escuchar música.
“Tragarse las palabras hace daño”
dice
pero no ha dejado ni una sola palabra en el plato.
“Es necesario pedir ayuda”
insiste,
mientras la sirena del coche de bomberos
aúlla en busca de un incendio desatado en otra cabeza.
Noticias policiales de la gleba
La fe de los creyentes
ha mutilado a este Cristo de palo
que sigue agonizando en la cruz.
Sus pies atormentados por un clavo
han ido desapareciendo lentamente
en las huellas dactilares
y en los labios resecos de quienes todo lo piden
agotado el motor de tanto esfuerzo.
El Cristo sin pies
ya no desvela a los funcionarios del templo
ni a las autoridades judiciales
que no sabrian cómo rastrear
a lo largo de los años
y en población tan dispersa
el objeto sustraído.
Desde que un escultor
hoy anónimo
lo modeló ese rictus
la imagen del Cristo sufre sin parar.
Dicen que sus motivos son tantos
como hombres deambulan por el mundo.
Su dolor es atávico.
Su cansancio, inaudito.
A los pies ya ni los siente.
(del libro "La casa de té")
El llorar de los llorares
Y lloré por algo que yo no entendía.
Y lloré con ella.
Y el viento golpeó la puerta.
Y protesté “¡Qué elemental es el viento!”
Y Dios -que por entonces
era ayudante de cocina- dijo
“Ya está bien. Acompañar la comida con lágrimas
hincha la panza”.
Y ella dejó de llorar.
Y yo dejé de llorar con ella.
(Del libro "El décimo verso")
Terratrémol
La ciudad que todo lo ignora
duerme en paz.
Nadie atiende las máquinas
que leen la catástrofe,
y es noche feliz
con vecinos que conversan en la vereda.
Habrá estupor más tarde
y fogatas
y preguntas retóricas
a un dios olvidadizo.
Habrá nuevas lecturas
para antiguas injusticias
y una bendición
desde los aviones
que no llegará hasta los escombros.
¿Qué loba me amamantará mañana
cuando los escasos sobrevivientes
hayan huido?
(Del libro inédito "Textos náufragos")
Rogelio Ramos Signes nació en San Juan, en 1950; vivió en Rosario, provincia de Santa Fe, en los años 60; y reside en Tucumán desde 1972.
Ha publicado el libro de cuentos Las escamas del señor Crisolaras (1983), las nouvelles Diario del tiempo en la nieve (1985) y En los límites del aire, de Heraldo Cuevas (Premio “Más Allá” a la Mejor Novela de Ciencia Ficción publicada en la Argentina durante 1986),los libros de poemas Soledad del mono en compañía (1994)y La casa de té(2009),los volúmenes de artículos en ensayos Polvo de ladrillos (1995), El ombligo de piedra (dos ediciones en 2000 y 2001) y Un erizo en el andamio (2006),En busca de los vestuarios (2005).
Tiene más de 20 libros inéditos en diferentes disciplinas. Ha sido incluido en varios diccionarios de la literatura y en antologías nacionales e internacionales. Colabora con publicaciones de la Argentina, España, México, Colombia, Venezuela, Chile, Francia y los Estados Unidos.
Parte de su poesía ha sido traducida al francés, y parte de su narrativa, al inglés.
Ha coordinado talleres literarios y ha dictado conferencias sobre temas inherentes a la literatura en diversos encuentros y congresos.
Thursday, December 30, 2010
Leonor García Hernando
TANGER
puerto al norte de Africa
prostíbulo al sur de Buenos Aires
animales del desierto
huesos de la noche helada en arenas inmensas brillan
como rústica nieve
insisten en blanquear en la noche esférica
alucinan como gasas de hospital caídas en un balde eterno
animales de la pobreza
huesos de fósforo frío fulgor de lo que inmóvil envejece
con una acumulación intensa de desprecio
una lepra del paisaje que el "pampero" raspa,
animales del ardor
espinazos de un agua consumida y la luna astillada como
otro hueso en el cielo seco
Tanger animales del prostíbulo
el puente pesado de camiones y reses que pierden su
sangre trágica en la velocidad
animales del calor que fermenta
del invierno que rasura las uñas con espuma rancia
animales del desorden
de lo que espantado, exige de los bordes otra dulzura que
no está
animales de presa de largos cuellos
dóciles, de gruesos hocicos ávidos
huesos de la belleza
lo que dura en la intemperie vasta y alumbra los túneles
con los lánguidos tallos de luz de las antorchas
huesos frágiles
animales del pudor de enrojecidos
pómulos silvestres, de cielos ingrávidos sobre pastizales
mansos
animales de la infancia en Tanger
en los focos purpúreos frente a los espejos
ciruelo de flores nítidas
y esos hombres acodados a un mostrador que es humo
los ojos desbastados, ilusos la lengua como un naipe
pesado
hombres marcados contra muros blancos de hospicio
con una sed que calma el gin y otra sed que persiste
como una cicatriz
bajo las arcadas el cementerio de automóviles y esos
animales del desastre
con camperas de un hule agobiado
un perfume a violencia el pulgar sellando muslos
ceñidos en redes negras sentados perplejos en bancos
del lupanar
animales de Tanger.
ha sido una tarde espléndida sobre los
viejos plátanos que rodean la terminal de ómnibus
y ella dijo: __ no hay nada bueno que empiece por ser una
herida.
No quiero esos obsequios miserables.
Era una niña de sienes desordenadas; una boca de
labios gruesos acurrucada y saliente como una cornisa
cuál era mi ofensa? qué perdería cerca de las lanchas
que derivan? qué perdón no alcancé entre cortezas
qué arrastrado manto, qué lunares y las palabras rarísimas
caídas en el umbral helado?
y ella dijo: __ atardece con hojas de una pobre suavidad.
No es poco ser olvidado. Quedar como una cáscara en
el verano del agua estancada.
No es poco tocar la repugnancia de tu madre al mirarte
y saberse tan cercana al musgo, tan porosa y ataviada de
vendas.
La tarde mueve sus pliegues caballos de tinta que se
acumulan esta ilusión de porvenir y derrota
nadie despide mi cuerpo
nadie pone su lengua en mi vientre
no quitarán mi blusa en las sombras. Las suaves
construcciones de seda japonesa adherirán poco más que
azulejos salpicados de sangre
y ella dijo: __ tenía una poética de lencería
qué hacer ahora con esas enaguas, esas caídas del satén en
los tobillos?
tantos pliegues el vestido de profundo escote para
bailar sobre baldosas frías el salón inmenso de tangos
donde he pedido
y me quitaron más y más
y todavía el pezón sobre el "cuore" lo han arrancado
tantos pliegues un borde marcado de encajes
mínimo telón para las piernas que se ocultan y aparecen
es tarde en las hojas que oscurecen impregnadas.
Oculta por un antifaz, podría acercarme a las carrozas
y collares de una palidez opaca, con sus lentos roces sobre
la herida; consumen el paisaje inestable de la fiesta.
Queda el desierto con su almendro de leche
y ahora, bajo los pliegues, el ancho cuchillo de cocina.
No tuve sueño. 0tros dormían en largas camas despo-
jadas.
Tardaba en regresar al Hotel para desnudarme.
Pude durar como un mostrador en el humo de la
inocencia.
Había astillas que enganchaban las medias para
dejarme suspendida como una araña de agudas patas
violetas.
Había un pequeño ventilador sobre la mesa de luz y al
rotar sus aspas, alguien murmuraba en la pieza
qué olvidar? esa caja de víctimas que guardaba celosa
entre enaguas esas adolescentes de acuario; sus
delantales desparejos, arrugados en el encierro
éramos bellas en el secreto de un cuarto agrio niñas de
mí bajo la hiedra pobres fotos arrancadas del relicario
familiar.
Alguien bajaba las escaleras y las maderas del pasillo
se estremecían.
El calor se podía tocar como el cuello de un animal.
Sonreía estúpida en el espejo del armario como quien
sella con lacre la carta que confiesa una infamia.
No dormía. No tenía sueño. Deseaba que un asesino
me visite y tenía 20 años
¿por qué no me lastimaron con un cuchillo?
estuve alerta bajaban las escaleras pero nadie las subía
por mí
un blando perfume de violencia se sacudía como un
insecto.
No tenía perchas. La ropa que lavaba se acumulaba sin
planchar.
Deseaba ser vaga y misteriosa. Sólo atinaba a desplegar
las manos en el lavatorio enjuagando pañuelos.
El invierno era azul en la ventana alta. No había
paisaje. Un vidrio helado era imagen de luz y de borrasca.
y ella dijo: __ estuve ausente en esos días
de invierno.
Retrocede la sombra de la hiedra, como un culpable en el
porche oscuro
y ajena a la rejilla que traga las lluvias en el patio
estuve en otra parte. El mundo era vastísimo exis-
tía otro rincón donde entregarme y allí estuve; sumida en
el temblor del acorralado.
Vuelve el verano como un animal lustroso y jadeante;
empecinado en embestir la puerta de mi casa
pero no estuve en los días de invierno. Necesito la helada
monótona, el brusco descenso de la luz.
y ella dijo: __ mañana otra vez es tarde.
No estuve frente a la estufa cuando repetía sus simulacros
de fulgor. No estuve sobre el plato de estaño. Delineada de
vicisitudes, mi boca era hambrienta, de una torpeza
antigua
suponía roces de arenas,
suponía el ascenso en desnivel de las vías congeladas
y ella dijo:__ ¿no es inútil recordar el
invierno en que dormía en otra estación aislada?
los contornos del banco en el andén se disolvían en
sombra
y no era invierno
y ningún clima cierto me daba su apariencia.
Fui quitada de la razón
apartada con sandalias en la nieve.
y ella dijo: __ sospecha de esas blancas
formaciones femeninas, con mucho taco, con mucho rubor
en los pómulos altivos.
Sospecha del rouge espeso que transforma la boca en
trazos de profunda herida
desconfía del raso, del satén, de aquello suave al tacto que
desparrama en tu vientre, como una mancha de aceite, tu
voluntad de asesinar
sospecha de los primeros pudores y de las últimas lágrimas.
Si ella es rubia y procaz, desea ser reducida a escombros.
Si es oscura y caprichosa, no se calmará hasta tener un
balazo apartando en mitades simétricas su larga garganta.
Padece esa suavidad sabiendo que su contacto es
venenoso.
y ella dijo: __ dime horror que me calle !
dame belleza y sabré ser estúpida.
y ella, dijo: __aceptaré otro día tu invitación
otro día, con otros ramos cayendo en adoquines
otra invitación, a otras sábanas,
a otro raspado paisaje que se demora inútil.
Tendré otro cúmulo de turba sobre mi boca,
otro aire encerrado entre el corsé de láminas de vidrio y la
piel como otra lámina de una revista antigua viejas
sofocaciones rostros con pómulos iluminados por
lámparas de estudio
y ella dijo: __ otro día tu invitación será estéril una y o-
tra vez.
Si rozas la cicatriz en mi cuello sabrás de mi trato con
otros criminales.
Si aferras mis muñecas la infancia caerá en un charco
de sangre.
Anochece sin dejar rastros.
Elefantes de sombra crecen desde la estación y avanzan
como pesada emanación de los trenes.
El calor se prende en los techos como un broche
antiguo y en las terrazas, el alquitrán reblandecido se
derrama como algo viudo que no encuentra orden
y ella dijo: __ han visto en la ventana mi
cara de víctima. Es marzo. Pronto mis amigos bailarán
boleros en el patio y es engaño esta liviana alfombra de
hojas en la vereda ancha.
Anochece y no quedan restos.
Se aglutinan las voces en un fango de.palabras. Durante
días llovió en Once y ahora el barro perdura.
De aquellas tardes, el resplandor del agua en las calles, el
viento agrio que apartaba y manoseaba las piernas de
mujeres fijas en la intemperie como un contorno en una
moneda, los zapatos con una humedad de pozo y la
tristeza con su resuello de animal carneado.
Pronto los amigos bailarán boleros en el patio porque
es bello querer en vano y girar en baldosas frías.
y ella dijo: __ el columpio en la nieve
continúa quieto. Nadie te recuerda con zapatos blancos
izada como un trapo rendido.
Nadie repite tu nombre con rencor
nadie te imagina,
lenta y delgada como una cinta de pasto crecida en el
fango.
Anochece y los escombros se hunden en la fuente del
parque.
Recibe de mí este arduo quitar las hojas secas de la
hiedra.
Los animales que maúllan entre arbustos, quítalos, no
les permitas continuar en mi nuca implorando
recibe de mí este lastre: la saliva de las enamoradas
corroyéndose en las bocas de piedra y aún el musgo que
cargan los objetos deslucidos y ajenos.
Se repiten las luces curvas de las lámparas en mitad del
empedrado. Se detienen los ómnibus en el galpón helado
y la pena es ese columpio vacío sobre la nieve.
Recibe de mí el aullido de cachorros atados; sus hocicos
húmedos que olfatean la sangre de los lastimados como
algo familiar
y entonces toma de mí el sombrero que oscurece la boca y
la enagua que resbala por los muslos como mercurio sobre
una mesa de billar.
Toma de mí esa inocencia: aceptar las caricias del
asesino.
Tangos del asesinato
Desde la mitad de su crecimiento las mujeres son
cuidadosamente envenenadas
MAX ERNST
Todo es desorden.
No pidas otro lugar que aquel espacio de cardúmenes.
No devores otro pan, otro licor de sueño.
No pidas otro rencor que esta mesa que tanto has
codiciado.
Yo no soy tu pesadilla y no puedo consolar el cansancio
de los materiales.
¿Para qué deseas tu pequeña maceta con tulipanes
misteriosos?
¿y las alfombras de pesada lana donde los pies se deslizan
como algas en la oscuridad del mar para qué?
Yo soy la que te dice que tu suerte es poca cosa. Sólo la
trivialidad de tus cabellos cepillados para que brillen hoy
en la tormenta.
estúpida noche estúpida en todas sus ventanas sus
bancos de cemento en parques vacíos. Llueve con
agitación
no hay horror si uno respira con suavidad sobre los
vidrios. El paisaje se empaña. Regresan las hojas del nogal
apretadas por el remolino
y este rincón, esta mesa de estuque rojo, parecen ser
pasión de muchachas advenedizas. Las invitaría a
retirarse si la calle no fuese tan brutal; pero estos pasajes
+que perfuma la mandrágora no abrigarían a unas mu-
chachas que se alejan con perlas en las orejas.
No soy tu araña de gruesas patas angulares. No soy tu
destino errado.
Responde al terror con otro veneno en los labios.
Cuando miras a tu padre romper botellas contra el marco
de la puerta cuando tu madre se mueve con un
arrastrar de toallas en el pasillo y los niños están con sus
opacas cabezas cubiertas por una sábana de lino. Si tu
hermana clava su mano con el huso de vidrio y la belleza
la duerme agotada
y la enfermedad palpita en esos dormitorios donde no
quieres entrar porque ahí es pobre tu cuerpo, porque allí
tus uñas crecen curvas y los muebles tienen esa suavidad
inconclusa de la demencia.
No creas que mi rostro de barco es para esos corales.
No soy tu naufragio. No soy el fuego que mentía un
faro en la playa de piedra.
La tormenta es inmensa sobre los autos estacionados en
la avenida. Esa es la verdad: no queremos mojarnos
se desbordan las alcantarillas, se deshacen los papeles
arrojados por el paseante con dedos idiotas y una pasta
hecha de sucios fragmentos, del reflejo de difíciles ojos
impregnados; va cubriendo el asfalto de desviaciones.
Sollozar no sería dramático es tan escasa esta noche,
tan ingratos sus mástiles banderas de cenizas sobre
nuestros hombros desnudos las nubes se mueven
estremecidas y pequeñas, frías luces disminuyen en
sombra
y ustedes cuentan el gemido de la madre en el dormitorio
de paredes bloqueadas. Ustedes, que han visto al padre
golpear a la madre como un paisaje de campo desde la
ventanilla del tren.
Ustedes que no han nacido y están rotas como los
pequeños huevos de codorniz hurgados por la comadreja.
Yo no soy nada de esa corteza amarga que empujarán
contra los dientes, invierno comido por invierno. Sube los
peldaños de la escalera y mira
yo no soy tu destino. Sólo soy la que lleva la vela en la
mano e ilumina el descampado.
Además están los sencillos manteles las hamacas donde
el sol ilumina tu cuerpo temeroso el amante que te
obsequia un collar de perlas y al inclinar la cabeza,
escuchas el sonido del broche cerrándose
los cuchillos que brillan sobre la mesa de la cocina, o el
ruido de la loza en la pileta, serán todo el placer.
No soy tu destino. Siempre es amargo el deseo entre
objetos olvidados. Soy la que atraviesa la escena con su
candelabro de hierro
soy la que atraviesa descalza el monte fúnebre donde
brillan los dientes de jabalí.
LEONOR GARCÍA HERNANDO nació en San Miguel de Tucumán en 1955. Integró el consejo de redacción de la revista Mascaró. Publicó los libros de poesía "Mudanzas" (1974), "Negras ropas de mujer" (1987), "La enagua cuelga de un clavo en la pared" (1994), "Tangos del orfelinato/Tangos del asesinato" (1999) y "El cansancio de los materiales"(2001)
Gran recitadora de su poesía, su última lectura pública fue el 22 de marzo de 2001 en la Universidad de las Madres.
Falleció el 30 de Marzo de ese año.
Saturday, December 18, 2010
LUCIANA "TANI" MELLADO
Tus ojos I
A Andy
Nada es inocente en este mundo
salvo tus ojos.
Tu cuerpo quemado / incendiado por los años
dibuja dos grandes soles
anillos sabios que te acercan a lo divino.
No exagero, es cierto, todo sobra en mi casa
todo es olvidable
menos los puentes acuosos de tus ojos.
Como aquello que ignoro conociendo
o mejor aún lo insondable de vos.
Te oigo desde lejos.
(Las niñas del espejo, 2006)
Resoluciones de la distancia
Ya no voy a morir en tus párpados abiertos
en el gesto despejado y sobrio
con que mirás el mundo cuando te dejo.
Ya no voy a dejar que cosas
con tus hebras de infantil ternura / mis heridas
cuando me despido en la distancia / de tarde siempre
en algún andén impar, en una ruta.
Ya no voy a desertar de tus ojos abiertos
estanques de agua tibia donde nadan
las más pequeñas larvas,
las más cándidas y frágiles criaturas.
Ya no voy a partir más debilitada
mientras tu forma, la más amada,
se pierde entre la gente
que te atraviesa con premura
y extravía tu rostro, tus cabellos,
tu inefable dulzura en la distancia.
(Crujir el habla, 2008)
Sorda y silencio
No te vayas
tu silencio llenará la casa
si te vas
me aturdirá cuando esté sola
y pueda escucharlo
El cuerpo y la nostalgia
A mi abuela
Vagidos secos anuncian la aurora sin que nada inaugure el sueño
o ¿debo decir que soy yo quien te mira las manos
telaraña de belleza, ternura desgarrada?
Esto ocurre en un lugar intraducible donde la muerte bebe
la inocencia de niñas muertas
que nadie busca / que nadie reclama.
Una procesión atraviesa el sendero de tus ojos cerrados
camino breve que dilata el sueño, jardín de malezas y de lluvias
animal que huele el precipicio y arremete.
(Las niñas del espejo, 2006)
Tuesday, November 09, 2010
MARIA MELECK VIVANCO
Los amantes se giran
El trópico de cáncer cautiva lentos péndulos Ingresa en la
blancura sin malquerer su música
Va a descubrir la maga que lo gire en el mundo Va a descubrir
Idénticos ya no superponibles Dexogiros que avientan
las ventanas del viento Va a descubrir girando quiero amarlo
de cerca Giran las parsimonias en ahuecadas órbitas Estrellas
sospechadas que con la bestia giran Las carmelitas
giran con sus rosarios púdicos Giran en las caderas y el
ombligo indefenso Giran chorro de amor de mirarte y tocarte
Giran de sollozar eternamente océanos
Este polvo que gira y la locura gira Los amantes se giran
para siempre jamás
Su gran hongo pálido
Todos los tristes de la tierra, mezclando en un mismo cubilete
nuestros dados oscuros.
Oh Cuidad los abalorios Cuidad las alabanzas Que detengan
el fulgor del deseo frente al bronce quemado de los ángeles
Esos escarlatas invisibles que desnudan la piel del elefante
Que nos tocan y rugen Que nos tocan y trastabillan Que nos
tocan y cubren el corazón con una marea ciega
Entrégate a los membrillares del agua ven a conocer sus
riesgos Vibra eternamente en el oro rotundo de los campanarios
Que el verdugo defienda su collar de amatistas Más tierno
que la suplicante del mar Que niños enterrados en jardín de
cenizas Que el olvido y más olvido en carne viva de la muerte
¿Será la sustancia de Dios que nos reúne? ¡O el colibrí
fantasma que detuvo su goce en la criatura? ¿Acaso la esplendidez
del alce confundió a la metralla? ¿O se junta polen de
luna en el ombligo de las vírgenes?
¿Será que anda de incendio en incendio la venenosa duda Y
su gran hongo pálido desciende a conocer la sombra?
Pro mundo
Infinidad de veces nos vemos la mirada
Una gran nave gótica La ventana ojival y la pulsión maniquea
de la condena, van cerrando con furia los párpados de
los aparecidos
jacintos y anémonas marinas son mapas esplendorosos que
exhibe la resaca Diluye sus golfos en sarapes negros llenos
de infancia Llenos de antiguo monte
Los máximos toreros apostarán en la faena de la sombra
Aprendí a usar mis lágrimas
Aquí el pro mundo nos aturde Nos hace comensales de los
peces alados
Hay que tocar cuidado
El pez xifo pasea sus membranas heridas, acariciando
piedras livianas de la muerte Antiquísimo pez como un niño
dormido Tal la tribulación La levedad del alma
El tórrido contacto voltea mariposas El himen se deshace en
espumas He aquí la magnitud del desamparo de espejos que
nos muestran su alumbramiento mágico y pesan en el aire
hasta asfixiar la rosa El atrás de otro día El mínimo cabello
He dejado de amarte Y se abre entre mis manos un ropero
vacío Largos trapos de noche visten a la demente Pulseras
de oro negro que naufragan tobillos No hay sitio que me
plazca desde que no te alumbro Hay que tocar el sueño con
ardientes milagros Hay que tocar la llama secretamente de
antes
Hay que tocar cuidado esas violetas pútridas Hay que tocar
un límite plenamente loado
Reptar el infortunio de loza con hormigas La rabia de mi
cuerpo bajo tu sexo en rabia
Mi pupila de noche donde navega el día
Piedra de suavidad
El fanal de una tórtola se disuelve en el cielo De los jacarandaes
chorrea miel azul
Guardo en mi corazón el desamparo que respiran los muertos
La trayectoria bautismal del poema Los fragores del mar
Del inasible mar La llave que abre las cartas de los prisioneros
El refucilo adelantándose a la rosa Los piratas del sol
Que enarbolan un remolino de oro con su séquito
Y extraigo de la piedra de suavidad, el inquietante cárdeno
que sustrae mis besos
Envuelta en ciclámenes
Ayer moría resignadamente en libélulas espléndidas Las
aniquilaciones Las penetrantes miradas convergían a mi
pulso
Yo caminaba entre cipreses en la gloria del faro intocado
Nada más justo para resucitar y desvanecer Para tornarse
en rosas de inca innominadas En ciegos insectos artesanos
de su abismo
Ayer moría entre ajadas nalgas y maliciosos conjuros
del amor Incapaz de fundir mis brazaletes De hacer polvo los
labios Los altos hornos del beso
Mi cintura golpeada por los vientos del este Los cardúmenes
navegando en sus galaxias La resinancia del águila del mar
Ayer moría enredada en la luz En la clorofila azarosa de mi
sangre En el rayo azul del espectro de todas las cosas
Moría con los ídolos de sombra Las hierbas indefensas Las
ardientes iniciales del sueño Los miriñaques de Dios
Hueso sonámbulo
Corazón, guarda tus vociferaciones Donde los muérdagos
conducen la mascarada del sueño
Oh cuántos trotamundos Cuántas islas dolientes que desbordan
el sexo Madrugadas de amarga flor y niños tiritantes
que flagelan los trenes
Los anzuelos que arrojamos al mar traen al vacilante
corazón suspendido Nuestra mascota es un hueso sonámbulo
Lastima el esplendor de las antípodas Las huellas digitales
del invierno Las miradas tiránicas del sol Sus rigurosos signos
Porque nada duele más que la fláccida corona de intemperie
Que el cotidiano viaje de recorrer las muertes.
Wednesday, October 13, 2010
BLANCA VARELA
A lo mejor eres tú mismo el tren que pita y se mete bajo...
A lo mejor eres tú mismo el tren que pita y se mete bajo
tierra rumbo al infierno o la estrella de chatarra que te
lleva frente a otro muro lleno de espejos y de gestos,
endiablados gestos sin dueño y tú tras ellos, solo, feliz
propietario de una boca escarlata que muge.
Pega el oído a la tierra que insiste en levantarse y respirar.
Acaríciala como si fuera carne, piel humana capaz de
conmoverte, capaz de rechazarte.
Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos.
Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto, el
saltito, la imagen que te saca la lengua.
No te trepes sobre los hombros de los fantasmas que es
ridículo caerse de trasero with music in your soul.
A rose is a rose
inmóvil devora luz
se abre obscenamente roja
es la detestable perfección
de lo efímero
infesta la poesía
con su arcaico perfume
Auvers-sur-oise
Nadie te va a abrir la puerta. Sigue golpeando.
Insiste.
Al otro lado se oye música. No. Es la campanilla del
teléfono.
Te equivocas.
Es un ruido de máquinas, un jadeo eléctrico, chirridos,
latigazos.
No. Es música.
No. Alguien llora muy despacio.
No. Es un alarido agudo, una enorme, altísima lengua que
lame el cielo pálido y vacío.
No. Es un incendio.
Todas las riquezas, todas las miserias, todos los hombres,
todas las cosas desaparecen en esa melodía ardiente.
T ú estás solo, al otro lado.
No te quieren dejar entrar.
Busca, rebusca, trepa, chilla. Es inútil.
Sé el gusanito transparente, enroscado, insignificante.
Con tus ojillos mortales dale la vuelta a la manzana, mide
con tu vientre turbio y caliente su inexpugnable
redondez.
Tú, gusanito, gusaboca, gusaoído, dueño de la muerte y
de la vida.
No puedes entrar.
Dicen.
Canto villano
y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos
Poeta peruana nacida en Lima en 1926.
Muy joven ingresó a la Universidad de San Marcos para estudiar Letras y Educación trabando amistad con importantes intelectuales de la época. En 1949 se radicó en Paris donde conoció a Octavio Paz quien fue determinante en su carrera
literaria, conectándola además al círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia.
Posteriormente vivió en Florencia y Washington donde se dedicó a hacer traducciones y eventuales trabajos periodísticos.
En 1959 publicó su primer libro, «Ese puerto existe», en 1963 «Luz de día» y en 1971 «Valses y otras confesiones».
Más tarde, en 1978, realizó la primera recopilación fundamental de su escritura en «Canto villano». Finalmente apareció
su antología de 1949 a 1998 con el título «Como Dios en la nada».
Obtuvo el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el año 2001, el Premio Ciudad de Granada 2006 y los premios
García Lorca y Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2007.
Falleció en la ciudad de Lima en marzo de 2009 .
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