Wednesday, September 22, 2010

JULIA MAGISTRATTI


1

No sabe que está muerta,
sin mirada donde ir a parar;
atravesada por
la arruga mayor
con que se ha desvestido su cara.

La muerte es doble:
en una parte huele
y en la otra crece.

La muerta se sofoca
se apabulla
como un ladrón de frutas,
se desagua.

Y el cuerpo que no puede quedarse.

La muerta ahora nace
atraviesa el huevo
que ha madurado en tierra.

Lo primero que ve
son fondos de casas,
objetos vistos desde atrás.

33

Lenta de venir
del patio con las sábanas secas,
la toalla enredada en el cuello
y esa manera de llamarme
sin manos, con la cara,
me obliga
a deberle las llaves de mi casa,
el botón de la camisa, la fruta sin límites.
Porque siempre es de día en los recuerdos
tendré que llamar a mi abuela
para que se haga la noche;
ahora que ella está jugando
con sus plantas blancas
en un universo amarillo.




35 (El huérfano)

Donde hay aroma a eucaliptus están las madres muertas,
pensando.
Perfuman tus cosas calladas y sacuden de sus manteles
migas y alimentos invisibles
sobre tu caliente cabeza.
No puedes decir aquí.
Los lugares son los pensamientos de la madre.
Antes de tu nacimiento, los marcó con sus deseos
buenos y sus deseos malos
por eso, en algunas tardes, es feroz la llovizna.
Sobre un caballo pintado miraste por primera vez
la soledad de las madres.
Tan lejanas.
Te habían dejado girando.
Y ahora, que ya no las ves al pie del eje del mundo,
a veces bajas
te miras la sortija en la mano
y te quedas para siempre sin vejez.




39

Cuando dije “no paso más por esa puerta”,
tendría que haber dicho: allí ha quedado una caída,
no el objeto,
una caída.
Pero siempre es mejor así
no atravesar ciertas puertas
que dan hacia una noche que fue dormida
por los difuntos.
Es mejor así, entregar a un desconocido las llaves
y desaparecer bajo una luz de campos,
bajar escaleras, pasar adentro de ventanillas de trenes;
cuando llega la hora de la hoguera en la mente de los muertos.
Escapar, antes que te busquen ellos
con su ojo despierto,
antes que te vean, te alcancen, te quieran,
con su calor de ausentes sobre los asientos, en los leños de tu chimenea,
en las maderas de tu cama.
Cuando dijiste “ por esa puerta no pasaré jamás”
debías haber dicho: este final de familia, un juego de sillas.

41

El jardín de la casa de mi abuela se está yendo.
Encierra, y no deja salir,
lejanos insectívoros motores.

Miro y soy la que más está.

También la que más está es una enredadera
que se derramó sobre el níspero.

Toda vez que es níspero
debería haber resuelto
humedad, rueda, semilla;
pero crece la piedra vegetal
sacudida y sola
en medio del mundo de la rama
y el mundo que es lejos
cuando el níspero aparece.

De igual modo, la niña que no sabe que tiene corazón
truena, hace viento
se enjuaga de la tierra
ojos colorados,
traga universo que hace perfumes,
tiene dolores blancos,
arenosos, que la hacen más suave,
siempre a punto de dar por terminada la tarde.

Es la que más está.

El tiempo pasa y pasa y se lleva todo.

Tal vez la vida sea esto:
ir olvidando jardines.


María Julia Magistratti nació en 1976 en Azul, provincia de Buenos AirNotaes, República Argentina.
Egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires.
Libros publicados: Alasitas (ediciones Honorarte, Buenos Aires, 2004) y EA (ediciones El Mono Armado, Buenos Aires, 2007)
Con el libro Alasitas ganó el Primer Premio Concurso Internacional de Poesía Letras de Oro 2003 de la Fundación Honorarte.
Blog: http://veniaca.blogspot.com/

2 comments:

Andrea Breq said...

Un espacio muy interesante tienes por aquí...

Un abrazo y buena semana,

A.

Roxana Palacios said...

muy bueno, Julia!; gracias, Miguel