Tuesday, October 03, 2006
POR LA SOBERANIA ALIMENTARIA (un articulo de Suna Palma)
POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA
Parece ser que la “soja”, es la clase aristocrática en el Reino Vegetal. Dotada por la naturaleza de una plasticidad genética exepcional que le permite adaptarse a todo tipo de condiciones climáticas y geográficas; pretende concentrar el poder de la gran variedad de vegetales que brinda la naturaleza; impone sus cualidades y se expande, anhelando conquistar el Reino Animal y dominar a la especie humana. Qué perversidad la de la Soja!
Este universo está mutando, la corrupción invade, la Soja busca aliados: pacta con Monsanto y se apropia del ADN de la petunia y de varias bacterias para sobrevivir a su enemigo Herbicida ‘glifosato’ Roundup de Monsanto para resistir a las fumigaciones. Entonces, mientras que las otras plantas mueren, la Soja RR (resistente al glifosato Roundup y patentada por Monsanto) crece, sola, sin competencias que le disputen los nutrientes del suelo y los territorios que tiene en la mira.
La Soja tocada por la varita mágica del capitalismo se transforma en la salvación para todos los seres humanos, la receta que nos salvará del hambre y la desnutrición, que reemplazará al petróleo y será alimento para el ganado. Como en un cuento de hadas…que nunca podremos contar, porque todos los cuentos de hadas tienen un final feliz y este cuento “transgénico” puede tener un final devastador y ningún ser vivo sobrevivirá para contarlo.
En el desierto en que nos hunde el capitalismo, no es extraño que la soja sea su aliada.
Una planta que puede ser utilizada para producir forraje y alimentar al ganado; productos lácteos: yogures, quesos, “leche” de soja; “carne” de soja, galletitas, dulces, pastas, aceite comestible; medicinas; colas de pegar, naftas, pinturas y biodiesel, como salida alternativa ante la futura ausencia del petróleo.Y cuánta soja necesita sembrarse para cubrir todas estas necesidades? Millones y millones de hectáreas: hablamos entonces de un modelo agropecuario sojero-transgénico. Por qué transgénico? La industria de la biotecnología, ha creado OMG (organismos modificados genéticamente). Aparece, así, la SOJA RR (sojas Roundup Ready), soja transgénica resistente al herbicida Glisofato, ambos, Soja RR y el herbicida Glisofato Roundup, patentados y exportados por la multinacional de EEUU Monsanto. La industria de la biotecnología, a través de la ingeniería genética transfiere genes (que guardan los rasgos propios a cada especie) de una especie a otra, de bacterias a plantas, de peces a animales, de humanos a cualquier otra especie no humana; algo imposible en el proceso natural de reproducción sexual; como en el caso de la soja RR, soja a la que se le transfieren genes de la petunia y de bacterias para que resista al herbicida.
La expansión de la soja transgénica como monocultivo responde a las leyes del mercado y al proceso globalizador engendrado por el capitalismo-imperialismo. En América Latina los países productores de soja transgénica incluyen Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay. La ayuda alimentaria es uno de los mecanismos políticos utilizados por EEUU para expandir los OGM y desarrollar su propia economía de agricultura industrial y su política exterior de dominación por insumo dependencia. A través del Programa Mundial de Alimentos, EEUU, en el año 2000, donó alimentos a Ecuador, firmando simultáneamente el convenio para establecer una base militar estadounidense en las costas de Ecuador; como estrategia para tratar de acceder a los pozos petroleros de Venezuela. Irak y Afganistán, países ocupados por Estados unidos, en el año 2003 fueron favorecidos por una gran donación de alimentos del mismo país que los invade y devasta; esta donación no existe como tal, pues el pueblo iraquí recibe estos alimentos en el marco del Programa “Alimentos por Petróleo”, y es el mismo pueblo de Irak el que paga a costos altísimos estas fraudulentas “donaciones”. Estados Unidos, también aprobó una legislación para donaciones de transgénicos a los países más afectados por el SIDA en el sur de África( África Sur Sahariana), aunque para cólera de Bush y sus inversionistas, los países: Mozambique, Zimbabwe y Zambia rechazaron las donaciones como consecuencia de los impactos negativos probables de los transgénicos en la salud, en el medioambiente y en la economía local.
Junto con estas donaciones, EEUU, impone la aceptación de productos transgénicos y restricciones en la importación de productos similares en los países “beneficiados” para evitar la competencia; agregando que el transporte de estos alimentos favorece a la marina mercante norteamericana. También es importante destacar que la ayuda alimentaria es un mecanismo para colocar excedentes y productos que otros no quieren. En la década del ’70, Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador recibieron grandes cantidades de trigo, desde EEUU a través del programa “Alianza para el progreso”, creado por John F. Kennedy, en 1961. Los países se hicieron dependientes de esta ayuda económica estadounidense; los productores locales quebraron, porque los consumidores compraban el trigo donado(los productos que ingresan como ayuda se venden a muy bajo costo y la competencia es imposible).
Los programas de ayuda alimenteria, se complementan con otros impulsados por Foreing Market Development Program (FMD), como apoyar a sus “socios” extranjeros en mejorar el procesameinto de productos estadounidenses, para crear nuevos mercados. A través de estos programas de ayuda alimentaria, primero se crea la necesidad del producto, como en el caso de la soja, y luego se enseña a los productores locales a producirla y procesarla; creando la dependencia absoluta.
En Ámerica Latina, los tratados de libre comercio (ALCA) que Estados Unidos ha firmado, se establece que estos países deben aceptar la ayuda alimentaria y sujetarse a la política de EEUU de comercio internacional de transgénicos: semillas, alimentos y otros productos derivados de organismos genéticamente modificados. Las grandes transnacionales como Monsanto, Cargil, ADM, Dupont, Aventis, se garantizan e incrementan aceleradamente sus riquezas y EE.UU su dominio político y económico; la producción de semillas trangénicas obliga a los agricultores a depender de los paquetes biotecnológicos: semillas transgénicas que producirán plantas transgénicas que podrán sobrevivir con antídotos o agrotóxicos, todo producido por la misma companía, agregando la necesidad de nuevas y muy costosas máquinas para la siembra.
La biotecnología promete erradicar el hambre del mundo, su producto novel: la soja transgénica, como “modelo sustentable” para terminar con el hambre y la miseria de todos los pueblos y otros productos transgénicos como trigo, maíz, arroz, etc., etc, etc.
Y son seguros estos productos? EE.UU y las companías de biotecnología aseguran que los productos transgénicos no representan riesgos para la salud y el ambiente, pero los sectores científicos independientes y la población demuestran lo contrario.
La ayuda alimentaria de soja transgénica a comedores para indigentes especialmente en escuelas y jardines de infantes, en Argentina, deja un saldo de más de dos tercios de la población infantil con anemias y carencias de hierro. Niños alimentados con la mal llamada leche de soja que no contiene calcio ni hierro y que inhiben la asimilación de los mismos(calcio y hierro) de otros alimentos. Las estadísticas de muerte infantil por desnutrición aumentan; y surgen nuevas enfermedades pulmonares, alergias, problemas respiratorios y de piel, leucemias, osteoporosis en adolescentes y malformaciones producidos por el consumo de soja y sus derivados transgénicos y los agrotóxicos utilizados en las zonas de cultivos durante las fumigaciones aéreas: “…las consecuencias son fáciles de advertir, excepto para la inepta y corrompida dirigencia política. Inmensos territorios vaciados de sus poblaciones rurales, cientos de pueblos en estado de extinción, miles de pequeños productores arruinados y otros tantos endeudados con los bancos debido a la incorporación de los nuevos paquetes tecnológicos con gran dependencia de insumos, semillas OGMs, herbicidas de Monsanto y carísimas maquinarias para la siembra directa…” afirma Jorge Rulli, ecologista argentino.
A toda esta maquinaria de hambre, enfermedades y muerte por Soja, debemos sumarle el desastre ecológico producido por el Monocultivo de la soja: grandes extensiones de bosques y selva arrasados para cultivar soja, la improductividad e inutilidad que deja en los suelos este monocultivo; el exterminio de otros vegetales y cultivos para expandir la soja por su demanda en el mercado, principalmente de Europa que importa la soja de Argentina y de Brasil para forraje, alimento para el ganado; ganado que en un futuro, Argentina, país (o ex-país) de las ”vaquitas gordas”, tendrá que importar como consecuencia de la pérdida de la soberanía alimentaria por un “modelo sojero” que destruye la agricultura y ganadería de autoabastecimiento, y expulsa a los verdaderos dueños de la tierra, sus trabajadores y sus familias, a los cinturones de pobreza que contornean las ciudades y que crecen cada día un poco más. Un modelo sojero “no sustentable”, de expropiación de la tierra y exterminio de sus habitantes. El desierto de la soja nos condena a la muerte por hambre y desnutrición, por enfermedades que provoca el cultivo y sus fumiaciones aéreas o por catástrofes naturales como inundaciones por la tala indiscriminada.
El “Plan Condor” y “la junta desparecedora” de los ’70 hoy tiene otros rostros, el de las “democracias” de baja intensidad, tal como la de Néstor Kirchner, en Argentina, que reproducen las mismas formas de sumisión y dependencia económica a organismos financieros internacionales y el de los políticos y científicos corruptos que lo secundan, así como las instituciones y partidos políticos que los avalan, como es el caso de las universidades que prestan su servicio y conocimiento a la biotenología para la producción de soja transgénica y, también como en los ’70, la Iglesia, es cómplice del genocidio, con sus programas de Cáritas que hacen donaciones a los comedores escolares y populares por medio del programa”Soja Solidaria”. La política, la ciencia y el conocimiento al servicio del hambre, la destrucción y la muerte.
Convertir a los países latinoamericanos en países sojeros, es una forma de ”Neo colonización” y por añadidura, de inminente esclavitud y destrucción de los ecosistemas y de las economías nacionales. Es imprescindible y digno de divulgar, lo sucedido en Venezuela días atrás y los comunicados de prensa del 24 de Mayo pasado, cuando el presidente Hugo Chávez congeló el acuerdo realizado con Néstor kirchner de Argentina, para intercambiar fuel oil por tecnología para el campo venezolano; reafirmando con hechos lo declarado en su Reforma Agraria: “recuperar las tierras para ponerlas a producir lo que nuestro pueblo necesita”. La incorporación de maquinarias para la siembra directa desde Argentina, podría abrirle las puertas a Monsanto y otras empresas de biotecnología, creando dependencia y sumisión.
La ecuación siempre es la misma, la abundancia de la que unos pocos disfrutan es el resultado de la escasez y miseria de muchos sometidos por un sistema capitalista y globalizador; que ante la amenaza de derrumbarse por la escasez del petróleo, busca en la producción de biodiesel sostener y garantizar su existencia; pero la lucha y la resistencia siempre existe.
Debemos estar “despiertos”: la indiferencia y la des-organización son los principales aliados de los genocidas. Y, la lucha y la resistencia unánime por la soberanía alimentaria, nuestra salvación.
La Soberanía Alimentaria es el derecho inherente a cada pueblo de controlar y decidir sobre su alimentación, es decir, ser dueños de la tierra que trabajamos, de las semillas y de las tecnologías a utilizar, controlando la cadena de producción y distribución de los alimentos para obtener la autosuficiencia alimentaria. Lo que comemos circula en nuestra venas como los pensamientos e ideas en nuestra mente, ésto es lo que somos y nuestra única herencia.
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