Friday, July 02, 2010

MARCELO CARNERO


a Sur

"Voy hacia lo que menos conocí en mi vida:
voy hacia mi cuerpo"
Héctor Viel Temperley

El extraño
No tengo más raza
que mi boca

el resto
el cuerpo
un tendón

Ir hasta él
dar lo que queda.



Reflexiones sobre el hueso del tahúr
No es fácil
encontrar el principio

La mosca
podríamos decir

un flemazo de sangre
envuelto en algodón
un diamante de veda

La mosca dijimos
como un cuerpo ciego
nulo en el espectro

¿cuántas mañanas
fue el martillazo
del disparo una mentira
antes de hacerse
el lugar de su memoria?



Tratado de cuerpo
La falta de memoria
me produce terror

como el frío

hay algo a lo que no
me acostumbro

porque aquí hubo un nombre
y ya no hay nada.



Asunción de pacto
Padre
detrás del cuerpo siempre
la sangre pulsa a fuerza mariposas

El agua en tu presencia es una sola

Por ir hasta lo tuyo
por la lisura blanca
de las suaves antenas

la luz desvencijada en los armarios
y la lenta palabra que no alcanza.



Arte de guerra
El sonido
le cruza una mordaza al día

así la curva es lenta
y supone una piedra

El rito a una piedra:
Ser un pez en el velo
del barro hasta el hartazgo.



Observancia del puerperio
Doy en terrible encantamiento la palabra
la lluvia ha cesado

dejando este poro como obsequio
lavo las dos semanas de mi cuerpo
sin tocar.



Elevación de la peste
A veces no podemos ni mirar
las moscas en nuestro odio
y aunque no sabemos
nos abrazamos

Flotan rubios racimos de ojos.



Pregnancia del velo
En el pecho trepanan las cánulas vacías
de una misa avanzada con esquirlas de sangre

acá hay nombres de leche
que cifran su marea
como piedras rajadas que se duermen

Decrecen

Entonces no es mentira
que el aire es filamento
de un ritmo

será que yo no entiendo que el amor
es un espejo hecho de lo extraño

Al borde de los números de hoy y los orines
el futuro mosaico de la ausencia

burbujas de mercurio hacia el techo.



Sentido de la oración
Está mi madre atenta a los orines
no hay hijo sin belleza que se eleve

Abre en mí el pecho
me trabaja con finos movimientos

y en ruidos me deforma.



Asunción de pacto
Está el padre sentado
sus manos bendecidas como tropas

padre de las dos guerras de mi vida
me llama con dulzura a la memoria

yo deseo en su nombre y no me veo.



El extraño
Por la boca
que no tengo
habla

silencio
en el silencio
en el silencio.



Oficio de lo rígido
El dolor sabe hacer

Como una leche fría
se me entrega lo oculto

Vientre sin madurar
me anticipo al silencio

Se me cae la boca
pero no digo nada

Ahora que lo sé
pena por cuerpo el otro.



Concepción del rictus
Salgo
la humedad
me deshace

sal y sal
rayo la estrella

Mi miedo en una voz se talla.



Arte de guerra
Hay una razón en este ejercicio
incompleto de decir

mi pequeño quirófano nocturno

la mutilación del lenguaje
y estos cuerpos que no mueren
pero se pudren.



El extraño
Y en tu boca
se me laven las manos
de tu luz
que me abre transparencias

no habrá sitio más huido
que este cuerpo.



Proscripción del deseo
Mi madre que espera que su hijo no la olvide
sobre los instrumentos que han usado los hombres
lamparón amarillo en las camas de junio
su domingo y su ramo de muerte entre los labios

Desde tu camisón me persigno los soles
desde tu tiempo hartado, desde tus animales

Mi madre fue la sombra que no me supo nunca
y su pan siempre es poco y su cuerpo un sudario

¿Qué has hecho de tu carne?

Afuera llueve madre a fuerza de otros mares
a la altura en que todo nos mira desde el mundo

He lavado tus manos repletas de otros nombres
entendiendo el cansancio que es la ley de tu día

No hay hijo sin belleza que se eleve
Ni madre que deseándola sea mía.



Asunción de pacto
El hueso de la luz
amanece su calcio

La muralla de lluvia
se marea en los ojos
el velo de los hilos
del tabaco

Bajo al silencio de agua

Soy otro
no me veo

Tengo miedo de ser
ese es el nombre.



Oficio de lo rígido
La piedra
matando
cansa.



Refugio de los que hablan
Como si en el pequeño
corazón de este mundo
fuéramos encontrados
besándonos los ojos

Un día estaremos solos
no vendrá la mañana.



Elevación de la peste
Vuelta mi madre de muerte abierta
mantenido a nudos el cuerpo
cifrada ahora su fragancia
en la insistencia del cadáver.



Oficio de lo rígido
Camino
golpeo algo con mis manos
y ante el agite de moscas grito:
de este cuerpo comemos todos.



Proscripción del deseo
Y salir de la madre
como del espejo

Lo descomunal
de ese no retorno
lo que no aprendemos

romper con la sed
de una saliva hecha de ardores

Hasta la médula
la sonda del incendio insoportable

no retorne yo
con la mano hirviendo
a tocarla

ni a suplicar su olor

cuando por la rotura
entre a la madre a buscarla.



Tratado de cuerpo
La misa
unge transparencias

mi padre me fascina
alto
como una lúmina caliente

es un santo con guantes de boxeo
un cuchillo de amor de hoja ceniza

Guacha como un cordero
la carne entra al silencio del aviso

¿Quién veló mi memoria hasta las letras?

Hasta que en mi recuerdo
se destierre su nombre
fecho la discusión con la palabra.

Marcelo Carnero nació en Buenos Aires en 1978, publicó Tratado de cuerpo, Ediciones La Carta de Oliver, Buenos Aires, 2008.

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